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Saber quién eres

9 recursos prácticos para conectar con tu espiritualidad, cultivar tu amor propio y reconstruir tu vida después de un periodo de dificultad.

Para comenzar, elige una categoría:

Desarrollo Espiritual

Conecta con tu divinidad, tu luz y desarrolla un lazo sincero y auténtico con tu espiritualidad.

Amor propio

Responde a tus heridas y necesidades emocionales y aprende a vivir una vida alineada y sincera.

Reconsctrucción

Construye tu futuro con prácticas intencionales de de-construcción y reconstrucción.

Desarrollo Espiritual

Somos seres físico-espirituales y para alcanzar la plenitud necesitamos desarrollarnos en ambas dimensiones. En esta sección encontrarás prácticas que te ayudarán a recordar la divinidad que habita en ti y a crear un lazo sincero y auténtico con tu espiritualidad.

 

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Eres un ser Divino

Empecemos con este principio: eres un ser divino. Todos, sin importar nuestros actos, venimos del amor y hacia allá vamos. Si nos apegamos a esta verdad podremos aprovechar las oportunidades y pruebas de la vida para cultivar nuestra espiritualidad y acercarnos al amor.

La primera práctica consiste en recordar que, con todas tus imperfecciones y con todos tus defectos, eres una alma pura y de buenas intenciones. Debajo de tu oscuridad, hay luz. Debajo de tus dudas, hay certeza. Debajo de tu dureza, hay ternura. Debajo de tu miedo, hay amor.

Nada te puede privar de esta verdad: eres un ser espiritual y eres un ser divino.

 

Hay una diferencia, claro, entre saberse divino y sentirse superior. La divinidad requiere de un compromiso con uno y el mundo; la superioridad, no. Al saberse divino, uno está abierto a rendirse cuentas, a responsabilizarse de sí mismo y hacerse cargo de sus acciones. Al aceptar nuestra divinidad reconocemos la inteligencia de todo lo que es y (nos) sucede y en lugar de ver la vida como un accidente, la utilizamos para conocernos mejor y avanzar hacia el amor.

Este proceso requiere de renunciar a los auto juicios que nos destruyen y a las historias que nos permiten victimizarnos para poder asumir la responsabilidad de nuestro desarrollo espiritual y material.

práctica: mi relación con mi divinidad

Reconocer mi divinidad me hace responsable, pero también me suaviza. Por una parte, aceptar que soy una creación divina me abstiene de tratarme duramente; y por otra, me hace más consciente de las cosas que hago y digo.

Hay permisos que se abren y permisos que se cierran: no me puedo victimizar, pero tampoco juzgarme. No me puedo privar de la vida, pero tampoco perderme en ella. No me puedo volcar en el otro, pero tampoco individualizarme.

La práctica de esta sección es explorar qué cambia en ti cuando te concibes como un ser divino: ¿qué nuevas responsabilidades asumes y qué nuevos permisos te otorgas? ¿Cómo cambia tu percepción de ti misma? ¿Cómo cambia tu percepción del mundo? ¿Cómo cambia tu percepción de los demás?

Si te cuesta trabajo conectar con este aspecto de ti, observa la foto de esta sección, la del bebé. Ese bebito fuiste tú algún día. Un alma pura explorando el mundo con un cuerpo físico. Tal vez la sociedad oscureció la manera en que te miras, pero finalmente, si te despojaras de todo, serías simplemente eso: un ser divino, hija de Dios.

 

Eres un ser Humano

Creo yo que la espiritualidad se desarrolla también a través de tu cuerpo físico y de tu humanidad. Experimentar los límites de tiempo y espacio; tener la capacidad de raciocinio; sentir emociones; percibir el mundo mediante los sentidos, tiene un lugar en nuestro desarrollo espiritual. Las cosas que te hacen ser humana (las relaciones, el ego, las sensaciones, los pensamientos, las emociones, etc.) están ahí por algo.

El cuerpo es el epítome de las ilusiones del plano físico; es finito, delimitado e individual. Y te hace creer que eso eres: separado, único y con fecha de expiración. Esta condición no es casualidad, es una herramienta de evolución espiritual.

Todas las realidades coexisten simultáneamente, pero es a partir de la construcción lineal del tiempo que podemos darnos cuenta de que el momento presente existe: podemos hacer énfasis en un instante en particular, observar conscientemente aspectos de nosotros mismos y del otro, y aprender, así, lo que somos y lo que no.

En este plano, nuestra humanidad es la única vía mediante la cual podemos desarrollar nuestra espiritualidad.

práctica: mi relación con mi humanidad

Si todo lo que soy tiene una función de ser, mis carencias y limitaciones son valiosas: tiene un sentido que yo tenga un ego, que experimente la vida mediante el lente de la separación, que conozca el miedo, la carencia, que tenga la capacidad de pensar, que mi cuerpo muera…

Detrás de todo lo que me determina, existe una inteligencia. La misma inteligencia creadora de todo, la Inteligencia Divina.

Pero los recursos de la limitación no me pueden ser útiles si no soy consciente de ellos. Por eso, la conciencia de la limitación es la llave de muchas puertas: ser consciente de que el tiempo corre, me hace aprovecharlo; ser consciente de la muerte, me hace vivir más plenamente; ser consciente de mis temores, me enseña que aún puedo cultivar más amor.

Tengo un tiempo y un espacio limitados en esta vida, ¿cuál es mi relación con ello? ¿Cómo me relaciono con mi humanidad? ¿Cómo me relaciono con mi cuerpo, con mis emociones y con mis pensamientos? ¿Cómo me relaciono con otras personas? ¿Cuál es mi relación con la vida en este planeta Tierra?

 

 

El poder del Ritual

En el Tantra se considera que todo es sagrado. Tanto la materialidad como la espiritualidad son dignas de celebración. La luz y la sombra son igualmente valiosas porque, en este plano, eso somos: duales.

Desde esta perspectiva, todo lo que hacemos puede ser tratado como un ritual, una ceremonia. Prepararse un café puede ser tan sagrado como hablar con Dios, si se realiza con una intención pura y en plena presencia. Compartirse sexualmente con alguien puede ser tan puro como realizar una acción de caridad. Todo depende de nuestra devoción, intención y presencia.

Desde algunas cosmovisiones occidentales, no hay jerarquías espirituales porque todo es creación de Dios y todo nos conduce a la misma fuente. Lo espiritual no es exclusivamente lo religioso, es todo lo que compone la vida.

Por eso, al expandir nuestra visión de lo sagrado, de las prácticas que consideramos espirituales a la totalidad de la vida, expandimos también nuestra espiritualidad.

Honrar la vida, es honrar a Dios.
Respetar la vida, es respetar a Dios.
Celebrar la vida, es celebrar a Dios.

práctica: mis propios rituales sagrados

Hay muchas formas en las que podemos cultivar una relación sincera con nuestra espiritualidad y no todas caen en estructuras religiosas (aunque algunas sí y esto también está bien).

La religión tiene una función fundamental en la sociedad. Desde la perspectiva Bahá’í, esta función es “establecer una convicción común sobre el curso y dirección de la historia humana”¹ y “llevar a cabo una transformación en el carácter de la humanidad y desarrollar, en quienes responden al mensaje, las cualidades morales y espirituales que están latentes dentro de la naturaleza humana”². En otras palabras, la religión en su forma más pura es una guía que establece una visión para la sociedad y dicta un camino claro para llegar ahí.

Sin embargo, hay muchos otros caminos que pueden conducirnos a este mismo destino, por lo que no siempre tenemos que tener bases religiosas para desarrollarnos espiritualmente.

La sugerencia aquí es que explores los rituales (actos formales, repetitivos y devocionales) que podrían enriquecer tu relación con tu espiritualidad.

¿Qué se siente bien hacer devocionalmente? ¿Qué te gustaría explorar?

Para darte algunas ideas, estos son algunos de mis rituales. A mí me gusta orar y me gusta hacer prácticas tántricas para mover mi energía sexual. Ambas me anclan a mi espiritualidad. Y ambas me conectan con Dios. A las dos prácticas las trato con respeto: preparo mi espacio, me preparo a mí y me conecto con Dios y la vida. Son prácticas devocionales que me permiten integrarme y ser más yo.

Aunque estos podrían ser mis rituales “mayores”, practico también algunos rituales “menores” que no requieren de mucha preparación, pero que vienen de un lugar sincero, devocional y consciente. Por ejemplo, siempre bendigo mi comida antes de comerla o cuando la estoy preparando, pongo mis manos encima y siento (porque no lo digo, sino lo siento) algo como: “Gracias, Diosito, bendice mi comida y permite que esta comida nutra mi organismo. Gracias. Gracias. Gracias”. Antes de comer o si veo alguien comiendo, siempre digo “Provecho”. Si veo alguien en la calle que la está pasando mal, pienso: “Diosito, bendice a esta persona”. También platico mentalmente con las plantas, me acuesto en el parque y veo los árboles y sus hojas. Les platico o los observo (ah, y antes de sentarme le pregunto al pasto que en dónde quiere que me siente y donde me diga, me siento). Saludo a mi casa cuando entro. Le hablo a las paredes, saludo a las plantas y mantengo mi espacio limpio.

El auto placer, el silencio y el respirar conmigo misma, también son rituales importantes para mí.

 

Lo que quiero ayudarte a a hacer es a conocerte, a descubrir qué se siente sincero para ti. De nada te sirve orar, si no crees en el poder de la oración o si no te gusta lo que estás diciendo. De nada te sirve preparar tu café de la mañana con intención, si solo lo vas a hacer para cumplir con un checklist. La sinceridad no funciona así, no viene a la fuerza. Date permiso de explorar, deja que tu corazón te guíe y te no juzgues. ¿Qué quiere tu corazón hacer devocionalmente?

Todo es sagrado. ¿Con qué quieres empezar?

 

Amor Propio

Cuando hay amor propio, hay calidad de vida. Cultivar la noción de que somos valiosas y realizar prácticas que lo reafirmen, es esencial para vivir mejor. En esta sección encontrarás prácticas que te ayudarán a tratarte con respeto, a responder a tus necesidades y a vivir una vida alineada y sincera.

 

 

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Lo que es verdadero

El ejercicio más elevado de amor propio que yo conozco es también el más difícil. Es elegir día con día lo que nos es verdadero. ¿Y qué es lo verdadero?, te preguntarás. Y la respuesta depende de en qué etapa de tu relación contigo misma estás.

Yo comencé mi proceso de amor propio desde abajo. O no sé si decir desde abajo, o decir desde lo oscuro. Comencé mi relación conmigo misma desde un lugar muy nebuloso, muy confuso y muy oscuro. Mi verdad de entonces, no es mi verdad de ahora. Mi verdad de entonces me llevaba más adentro hacia la oscuridad, mientras que mi verdad de ahora me acerca más a la luz. Ambas, son buenas. Ambas, tienen su función de ser. 

En la oscuridad yo aprendí lo que es el dolor, lo que es el sufrimiento.

Recuerdo que un día, mientras sentía este dolor profundísimo que me perforaba el cuerpo, yo le pregunté a Dios por qué estaba viviendo eso… por qué así. La respuesta que recibí fue “Porque si no, no entenderías. Serías demasiado fría”. Claro que me quedé anonadada, porque sí… esa voz tenía razón. Si no, no entendería. Juzgaría duramente a los que sufren.

Todas las experiencias que vivimos nos enseñan algo. Hay que aprender ese algo para poder seguir avanzando en nuestro desarrollo personal. Habrá temporadas en las que caminaremos despacio y habrá otras en las que avanzaremos rapidísimo, ambas están bien. 

Elegir lo que es verdadero significa ubicarnos en el lugar que sabemos nos corresponde. Tiene que ver con un sentido interno de pertenencia y alineación, un: Aquí es. Estoy en el lugar correcto.

Este lugar “correcto” puede no parecer correcto para los demás y aún así, puede ser correcto para ti en esa etapa de tu vida. Se trata de preguntarse: ¿Estoy viviendo desde mi verdad o estoy viviendo desde una mentira? ¿Estoy en el lugar en el que intuitivamente sé que tengo que estar, o no?

 

práctica: elegir tu verdad

No te presiones con este ejercicio. Realmente, no te presiones. Ve despacio. Lo que menos me gustaría es hacerte sentir que tienes que salirte de situaciones de las que en este momento no puedes salir. Corregir el rumbo de tu vida toma tiempo. Ese tiempo es valioso.

Escucha el siguiente audio para conocer la práctica de esta sección:

 

Los tres niveles del amor propio

No podríamos hablar sobre amor propio sin hablar sobre la forma en que nos tratamos a nosotras mismas. Y el buen trato va más allá de las banalidades que el consumismo nos ha hecho creer que necesitamos.

El nivel más básico de amor propio consiste en atender nuestras necesidades básicas: comer cuando tenemos hambre, beber cuando tenemos sed y dormir cuando estamos cansadas. Ir al baño y ejercitarnos, entran también en esta categoría.

Este nivel de auto cuidado cimienta una confianza interna inconsciente que preparara el terreno para formas más avanzadas de auto amor.

Ya que aprendimos a atender nuestras necesidades básicas, el siguiente nivel de amor propio tiene que ver con cómo nos relacionamos con nuestras emociones y el placer. Las pongo en la misma categoría porque las dos tienen que ver con nuestra energía sexual o vital. Obstruir el flujo de nuestra energía sexual –al impedirnos sentir emociones o placer–, es obstruir la vida.

Abrirnos a nuestras emociones y sexualidad es un acto de amor propio porque es decir que sí a vivir.

Por último, el tercer nivel de amor propio que voy a presentar aquí tiene que ver con las decisiones conscientes que tomamos para mejorar nuestra calidad de vida. Tomar acciones conscientes para sanar nuestros patrones limitantes; retirarnos de situaciones que nos hacen daño; aprender a poner límites; practicar actividades para atender nuestras heridas del pasado, etc.

 

práctica: los tres niveles de amor propio

Escucha el siguiente audio para conocer la práctica de esta sección:

 

Sentir es soltar el control

Las emociones vienen en olas y uno nunca sabe con qué intensidad pueden encontrarnos. Por eso, sentir es soltar el control. Es renunciar a la seguridad de la estabilidad para navegar hacia la inmensidad de nuestro océano emocional mientras confiamos en que seremos sostenidas durante la intensidad del viaje.

Crear espacios para relacionarte limpiamente con tus olas emocionales requiere de práctica, mucho amor y paciencia. Y esto es algo bueno.

Aceptar todo lo que eres, con tus emociones cómodas e incómodas, es una muestra de amor propio porque te evidencia con el tiempo que para ti todas las tús son valiosas y que no hay pedacitos de ti que no sean bienvenidos en tu experiencia.

Hay formas sanas para sentir nuestras emociones y otras que no lo son. Idealmente, lo que haríamos primero es crear o expandir nuestra capacidad de sentir. Esto se cultiva con el tiempo y no es algo que se pueda hacer solo una vez.

Independientemente del método, el mensaje que quiero compartir aquí es que rechazar tus emociones es igual a rechazarte a ti misma. Como lo estudiaste en la sección de Desarrollo Espiritual, no existe ninguna parte de ti que no sea digna de amor. Todas las partes de ti vienen de Dios. Incluyendo tus emociones. Si te privas de este aspecto de ti, naturalmente restringirás tu vida y truncarás los aprendizajes que podrías obtener.

práctica: sentir tus emociones

Para aprender a sentir necesitas ir despacio. Si vas muy rápido puedes abrumar a tu organismo.

Si estás muy principiante en este tema, yo te sugeriría primero practicar la presencia en momentos neutrales o agradables. ¿Cómo se siente estar presente? ¿Cómo se siente bajar de la mente para habitar el cuerpo? Cuando nos acostumbramos a evadir nuestras emociones, naturalmente aprendermos a vivir “disociados”. La disociacion es vivir desconectados del cuerpo.

Después de practicar la presencia en momentos neutrales, podemos practicar la presencia en momentos incómodos. ¿Cómo se siente estar molesto? ¿Cómo se siente no sentirse bien? ¿Podemos abrirnos a la experiencia de la incomodidad?

Si ya tienes una relación más segura con tus emociones y consideras que tienes la capacidad de sentir eociones más intensas, te sugiero leer este blog post y explorar las prácticas sugeridas ahí.

 

Reconstrucción

Después de una etapa de retos personales es recomendable cuestionar en quiénes nos hemos convertido y valorar si es momento de cambiar. En esta sección encontrarás prácticas que te ayudarán a de-construir y reconstruir tu vida de manera intencional para vivir la vida que quieres tener. 

 

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Destruir para construir

Tal vez en tu vida ya se desplomaron algunas cosas y por eso estás aquí. O tal vez, muy adentro sabes que eres tú quien tiene que tomar el valor para destruir antes de poder construir algo nuevo. De cualquier manera, no podemos reconstruir una vida sin antes considerar qué tiene que irse y qué se puede quedar.

En este proceso yo te invito a ir despacio. La forma más sutil de comenzar es con la percepción que tenemos de nosotras mismas: ¿Qué de lo que creo sobre mí ya no es vigente en mi vida? ¿Qué he aceptado que ya no quiero aceptar más? ¿Qué opiniones sobre mí misma puedo liberar?

Darte permiso de dejar ir tus opiniones sobre lo que debes aceptar de la vida y de los demás, sobre lo que eres capaz de hacer y sobre la persona que eres, es el primer paso para de-construirte.

Hay que dejar ir. No tienes que ser la misma que fuiste ayer. Puedes ser otra. Y de hecho, lo eres; eres muchas otras. En ti hay muchas versiones y no tienes que quedarte con una ni jugar para siempre ese papel.

 

práctica: aferrarse menos fuerte

Esta práctica se trata explorar las formas en que te audo defines y cuestionarlas. Escucha el audio para conocer los detalles de esta práctica:

 

La belleza del presente

El presente es como es y el presente va a cambiar. Nunca será el mismo, nada nunca será como es ahora.

La riqueza del presente radica en lo que lo compone, en los detalles. Si se te escapa el presente, se te escapa la vida. La vida simplemente es una colección de momentos presentes que si no saboreamos quedarán desapercibidos para toda la eternidad.

Vivir en el presente es poner atención a los detalles de la vida. Es estar aquí y ahora, totalmente y con todos los sentidos. Es abrazar lo que es, porque es. Sin querer que cambie. Sin juzgar y sin resistir.

Pareciera que la aceptación del presente sería lo mismo que la resignación a lo que es. Pero son diferentes cosas. La aceptación implica apertura; la resignación, no.

Es más difícil aceptar que resignarse, porque la primera requiere de abrir nuestro corazón, de sentir la totalidad de lo que es y de hospedar ese sentir –a veces, incómodo– en nuestro ser. Aceptar, es abrirse y quedarse abierto. A veces al placer y a veces al dolor.

En cambio, haberse resignado es haber cerrado el corazón. Es clausurar el acceso a lo que implica vivir. Resignarse es negarse a sí mismo la vida.

práctica: encontrar la belleza del presente

Todos los momentos presentes albergan en sí mismos la belleza de la vida.

Inclusive, detrás de las cosas indeseables, deplorables y desastrosas, hay un ser humano transitando por su camino evolutivo en su trayectoria hacia Dios. Todos estamos en el mismo proceso y todos hacia allá vamos.

Pero las cosas indeseables no son las únicas que existen. Existen instantes de belleza absoluta, como atestiguar la vulnerabilidad en el otro o la fragilidad de un ser querido. Existen momentos simples como observar una flor siendo visitada por una abeja o mirar hacia arriba para admirar la belleza del cielo.

Cada momento puede ser saboreado o pasado por alto. Puede ser visto o quedar desapercibido. Puede ser aceptado con la totalidad del corazón, o rechazado con la clausura del mismo.

La práctica de esta sección es visitar el presente más a menudo para que aprendas a ver la belleza de lo que es. De otra manera, ¿cómo podrías reconstruir tu vida si no estás presente mientras esta ocurre? ¿Qué te asegura que con “otra vida” sabrías disfrutar?

Puedo asegurarte que tu vida va a cambiar. No necesitas perseguir el futuro para que este llegue.

 

 

Prácticas de Manifestación

La manifestación no necesariamente es magia. Es la acción intencional y consciente de llamar a tu vida experiencias que puedan enriquecerla.

Hay muchas formas de manifestar, pero si yo tuviera que reducir el proceso a tres pasos, serían estos: 

1. Saber qué quieres (pero no siempre es necesario).
2. Tomar acción tranquila hacia esa meta. (Si tu actuar es caótico, puedes obtener el resultado que buscas pero tal vez no podrás sostenerlo).
3. Periódicamente desprenderte de los condicionamientos que te hacen creer que tienes que ser diferente para obtener lo que tú quieres.

Después de muchos años estudiando manifestación y ayudando a otras personas a manifestar sus deseos, ahora sé que manifestar la vida que queremos principalmente se trata de des-aprender lo que aprendimos sobre nosotros mismos y el mundo, y de abrirnos a recibir.

La apertura la vas a aprender con las prácticas de sentir tus emociones y habitar en el presente; y la liberación de condicionamientos lo aprenderás en la práctica de dejar ir (la primera de esta sección). Si tú te comprometes periódicamente a realizar estas prácticas, te será mucho más fácil reconstruir tu vida.  

práctica: scripting

Creo que la práctica más confiable de manifestación es el scripting. El scripting es la práctica de escribir tu propio guión, el guión de tu propia “película”.

La forma más simplificada de hacer esto es describiendo la experiencia que quieres llamar a tu vida.

En el siguiente audio te explico cómo hacerlo:

 

* Blog post: Cómo cambiar tus creencias
* Los cursos mencionados en este audio están vinculados abajo.

 

Otros recursos
bibliografía

¹ Comunidad Bahá’í de España. (2017). Bahá’u’lláh. Bahá’u’lláh Bicentenario 1817-2017 (pp. 17). Editorial Bahá’í de España.

² Comunidad Bahá’í de España. (2017). Bahá’u’lláh. Bahá’u’lláh Bicentenario 1817-2017 (pp. 37). Editorial Bahá’í de España.

 

Sobre mí

¡Hola! Yo soy ki, la creadora de este espacio.

Deseo que el material de Saber quién eres te sea de gran ayuda y te inspire a cambiar tu vida. Si tienes alguna duda, escríbeme. Y si quieres conocer más de mis cursos, visita mi página de cursos.

Quedo pendiente de ti.
Con mucho amor,

ki ☽

 

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